Prólogo a la segunda edición

Marzo 2006

La heladera familiar es quizás el lugar más frecuentado de la casa. La heladera es fría por dentro y por fuera. Es raro que a nadie se le haya ocurrido que este objeto estuviese pintado de verde o con estampados con soles. Podría haber una heladera totalmente negra?

Así hasta el infinito, se podrían hacer una serie de preguntas en relación con el formato, disposición, color, ubicación y otros elementos que conforman ese objeto llamado heladera.

Pero muchos no se hacen tales cuestionamientos y han decidido tomar a la heladera por asalto y además de usarla para mantener las comidas en buen estado,  han decidido convertirla en el centro de informaciones de la familia. Algo así como una guía de calles o mejor una guía de teléfonos.

Todo porque la heladera está ubicada en el centro neurálgico de la casa.

En cuanto alguien se levanta de dormir va directo a la heladera y abre la puerta en forma mecánica para cerrarla tan rápido como la abrió. Allí no era donde debía buscar y tantas veces va a la cocina, exactamente a ese lugar estratégico, realizará el mismo gesto una y tantas veces: abrir la heladera. A esto hay que agregarle las veces que se abre la puerta cuando realmente se necesita algo de lo que hay en conservación dentro.

Volviendo el centro de informaciones se sabe que todo comenzó cuando aparecieron los stickers autoadhesivos y la colección de animalitos con imanes para sostener los papeles ayuda memoria, para pagar las cuentas de los servicios o la boleta del zapatero o el tintorero.

Entonces la heladera se iba transformando en una especie de pared llena de manifiestos que pretendían imitar a las paredes de las universidades llenas de papeles hasta el momento en que ya nada se podía leer.

Más adelante con las ventajas de la tecnología los stickers comenzaron a venir preparados con imanes y esto generó que los comercios que se dedican a los delivery tuviesen preparados los mejores diseños para ofrecernos sus teléfonos para pedidos…

Esto aumentó el protagonismo de la heladera ya que aumentó el interés en el centro de informaciones.

Ahora la heladera es como una galería de arte con sus cuadros colgados en sus paredes ya que se han visto algunas llenas de imágenes imantadas con pequeños almanaques, lugares de comida, servicio de radiotaxis, heladerías, farmacias, ferreterías o un gran supermercado diciendo en el sticker  “las argentinas son las más lindas del mundo” en la seguridad que las mujeres son las que más puertas de heladeras abren en el día.

Con todo esto, Betina Sor descubrió que detrás de la heladera hay dueños y decidió convocarlos para una curiosa investigación antropológica devenida en arte. Eligió a un grupo de personas, algunos de ellos familiares y les preparó una serie de preguntas donde avanzó sobre la idea de que el sticker conlleva una carga estética y es allí donde su proyecto se convierte en una obra de arte mediante la elaboración de un libro de artista.

Una de las preguntas más sugerentes que les hace es: “Si no tuvieras heladera ¿dónde pondrías los stickers?”

Y se podría aventurar: acaso existirían los stickers o sino en todo caso habría que inventar a las heladeras para llenarlas de stickers.

Juan Carlos Romero

PD: mi heladera está llena de stickers incluso de una pizzería de Nueva York y una venta de garrafas de gas en México DF.

 

 

C.V: Obtuvo más de quince premios entre los que se cuentan el Gran Premio Nacional de Grabado, el premio Naciones Unidas en conjunto con el Grupo de los 13, el premio de Experiencias Visuales de la Asociación de Críticos con el Grupo Escombros, el 1º Premio del V Salón de Dibujo de Santo Domingo, el premio Joan Brossa de Poesía Visual en España y el Premio a la Labor Docente de la Asociación Internacional de Críticos de Arte Sección Argentina.

Actualmente es docente del Instituto Universitario Nacional de Arte.