Vimos la exposición. Nos miramos a los ojos. Nos abrazamos. Te deseaba. Deseaba tu boca. Fuimos a la plaza para despedirnos. Lo nuestro siempre es despedida. Acercamos mejilla a mejilla, nos detenemos ese sutil instante mágico, que desvía el beso hacia las comisuras de las bocas.
El tiempo pierde aún más tiempo, y nuestros labios se humedecen de saliva ajena. Intercambio de deseo, papilas que se inflaman, calor húmedo, tibieza expandida de los cuerpos.
Se fue el invierno de mis huesos alma y me miraste profundamente a los ojos… abriste tu alma y dijiste “te quiero”.
El amor anda perdido entre bocas y distancias, abismos de ausencias y despedidas temporales. Solamente nos alejamos y nos miramos sin olvido.
1994/1996